Qué tal, muy buenos días.
Con el gusto de estar en esta Primera Sesión Ordinaria del Consejo Estatal de Protección Civil y la Instalación del Comité Operativo para la Temporada de Lluvias y Ciclones Tropicales de este año 2021, inicia la temporada de tormentas tropicales y de huracanes y tendremos por supuesto que estar muy pendientes y atentos al desarrollo de todos estos fenómenos que pudieran darse e irse creando en las cercanías de nuestras costas, en los diferentes mares y que nos obligan por supuesto a estar al pendiente al igual que todas y todos los quintanarroenses.
Me da mucho gusto saludar al general José Martín Luna de la Luz representando a la 34 Zona Militar, al vicealmirante Héctor Capetillo López comandante de la Onceava Zona Naval, y desearles también muchas felicidades por el Día de la Marina.
Saludo de manera virtual a la Coordinadora Nacional de Protección Civil la licenciada Laura Velazquez Arzúa.
Me da mucho gusto contar con la presencia de la maestra Erika Ramírez Méndez, subdirectora Técnica representando a la Comisión Nacional del Agua en Quintana Roo.
Saludar al inspector General Erick Elías Noverola Castillo representando a la Guardia Nacional del Estado, al secretario de Gobierno del Estado Arturo Contreras.
Saludar al coordinador Estatal de Protección Civil Adrián Martínez Ortega y por supuesto también a las y los presidentes municipales y a quienes integran los sistemas de Protección Civil en los municipios de Bacalar, Benito Juárez, Cozumel, Felipe Carrillo Puerto, Isla Mujeres, José María Morelos, Lázaro Cárdenas, Othón P. Blanco, Puerto Morelos, Solidaridad y Tulum.
Saludar también a todos y a todas las integrantes del Consejo Estatal de Protección Civil quienes nos acompañan de manera virtual y por supuesto a todas y a todos los quintanarroenses que nos siguen a través de las redes sociales, la radio, la televisión, me da mucho gusto saludarles.
No hay duda que somos un estado expuesto a sufrir permanentemente las consecuencias de contingencias climáticas. Ya lo vivimos y sufrimos el año pasado y las consecuencias fueron muy altas sumadas por supuesto a la pandemia del Covid que aún continua.
Es por ello necesario tener esta instalación del Comité Operativo Especializado en Fenómenos Hidrometerológicos y que todos estemos preparados ante cualquier posibilidad de desastre natural.
En los últimos años, los nombres de algunos huracanes se han quedado en la memoria para siempre, como “Stan”, “Emily”, “Wilma”, “Gilberto” que reportaron los daños más cuantiosos de los que se tenga memoria en el estado y superaron ampliamente los costos de los daños materiales de huracanes anteriores.
En junio pasado la tormenta tropical “Cristóbal” provocó inundaciones y escurrimientos afectando a Quintana Roo, en comunidades de los municipios de Bacalar, Othón P. Blanco, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas, registrando más de 11 mil familias afectadas, de 88 comunidades rurales, y ocasionó pérdidas por más de 200 millones de pesos en cultivos y animales.
El paso de Cristóbal colapsó la infraestructura pluvial, dañó 350 kilómetros de caminos y puentes, y además de esto, los incendios forestales también hicieron estragos en nuestro territorio.
Durante esta temporada se combatieron 119 incendios con la afectación de una superficie de 44 mil hectáreas.
Estas emergencias nos han evidenciado que existen actores que siempre están dispuestos a trabajar por los afectados: los cuerpos de rescate, los bomberos, la Cruz Roja, la sociedad misma, las fuerzas armadas que se presenta siempre cuando la necesitan de manera inmediata.
Por eso este Comité que ponemos en funcionamiento hoy, debe ser el brazo articulador para trabajar de manera coordinada y coadyuvar entre todos al trabajo con todas y cada una de las instituciones.
Nunca podemos sentirnos ajenos o fuera de peligro ya que es inevitable que cualquier contingencia pueda aparecer de repente, especialmente con los efectos del cambio climático que trastorna los ciclos naturales y la deforestación que agudiza los efectos de las trombas.
No podemos tardarnos una semana o dos para dar respuesta a lo que sabemos que es apremiante para las poblaciones afectadas. Los ciudadanos que se quedan sin techo, sin agua potable, sin comida no pueden esperar unos días a que su gobernador o su gobierno o las demás dependencias tengan tiempo para atenderlos o que les lleve el beneficio o les lleve los recursos, hay que tener acciones prontas, expeditas, pero sobre todo efectivas.
Eso es el sentido de pertenencia de ser parte de un gobierno incluyente, participativo y solidario, que cada uno debemos tener.
No siempre podemos predecir cómo y cuándo llegará una catástrofe, pero sí podemos prepararnos para tener respuestas más prontas y eficaces.
No podemos detener a la naturaleza, pero podemos mitigar los riesgos a través de la prevención, porque invertir a través de esta prevención es la mejor apuesta que podemos hacer todos los gobiernos en materia de protección civil.
Para eso necesitamos la colaboración de todos los sectores de la sociedad, de los constructores, de quienes autorizan los desarrollos en los municipios, de las autoridades que supervisan las obras, de la misma sociedad que se instala muchas veces de manera irregular en los cauces de los ríos o en las zonas federales.
Necesitamos generar conciencia de que hacerlo puede ser mortal para ellos y sus familias.
Hoy en Quintana Roo podemos decir que tenemos una cultura de la prevención. Desde hace tiempo que tomamos conciencia de la necesidad de estar preparados y nuestras ciudades y los gobiernos locales tienen que estar listos para reducir riesgos y ser resilientes frente a los desastres.
Entre más gente, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos, organizaciones no gubernamentales, organismos de los tres órdenes de gobierno, representantes de cámaras empresarias, vecinos y miembros de la comunidad, tengan conocimiento del riesgo, la vulnerabilidad y de la forma de manejar los impactos de las amenazas naturales, mayor será el grado de implementación de las medidas de reducción en todos los sectores de la sociedad.
Al compartir un propósito común y a través de los esfuerzos de colaboración, podemos garantizar una mayor prevención y un escenario más resistente a los impactos de las amenazas naturales.
Tenemos que anticipar, gestionar y reducir el riesgo de desastres, al igual que agilizar la creación o puesta en marcha de sistemas de alerta temprana y el establecimiento de estructuras de gestión de crisis o desastres específicos.
Hacer ciudades resilientes es responsabilidad de todas y todos, y debemos subir a bordo, a este barco a todas y a todos para asumir nuestro papel como gobernantes y contribuir a construir ciudades preparadas para mitigar cualquier desastre ante algún fenómeno natural.
Muchas gracias y a ponernos a trabajar.