Buenas tardes, me da mucho gusto saludarles.
Saludo a quienes nos ven a través de las distintas redes sociales, a todas las y los quintanarroenses que nos siguen a través de este medio de los diferentes medios de comunicación, les mando a todas y a todos, un saludo.
Saludo a los representantes, las representantes de los poderes del Estado, a la diputada Lilí Campos, representante de la Décima Sexta Legislatura del Congreso del Estado y a la magistrada Dulce Mejía Balam, representante del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Saludo a Gaby mi esposa, presidenta del Sistema DIF Estatal, al doctor Alfredo Miguel Paz Cetina secretario general del Ayuntamiento de Solidaridad, gracias secretario por acompañarnos.
Saludo al señor Fiscal General del estado Oscar Montes de Oca, a la directora general de Atención a la Violencia de Género, Meche, al arquitecto Eduardo Ortiz Jasso.
Saludo también a la senadora Mayuli Latifa Martínez Simón.
Saludo a las y los representantes de las asociaciones civiles, asociaciones empresariales que nos acompañan, compañeras y compañeros del gabinete del gobierno del Estado, autoridades estatales, municipales.
Amigas, amigos:
Marco Antonio, gusto saludarte también.
La violencia afecta a todas las mujeres independientemente de su nivel socioeconómico o educativo; es una realidad que sobrepasa factores de clase, etnia, raza, edad, capacidad física, estado civil, religión o filiación política.
Es una preocupación que empieza a ser pública en la década de los 80, cuando las instituciones públicas y privadas toman conciencia de la magnitud de este problema social que significaba que las mujeres sean violentadas en su propio hogar.
En esa década, las Naciones Unidas reconocen a la violencia contra las mujeres como el crimen encubierto más numeroso del mundo y en 1993, en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos se reconoce ahí los derechos de las mujeres como derechos humanos.
Hoy gracias a muchos esfuerzos y luchas admirables por la reivindicación de esos derechos, la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar es un asunto público, no privado que ha sido visibilizado e identificado como una violación a los derechos humanos, la salud pública y la justicia social, e incluso se ha tipificado como un problema de seguridad ciudadana para sensibilizar a la población y a las autoridades sobre la magnitud del problema.
Por eso celebro que nos reunamos aquí en Playa del Carmen, para tomar decisiones fundamentales y trabajar en la prevención de este tipo de violencia, trabajar de la mano entre el gobierno y la sociedad civil, las asociaciones públicas, privadas para que vayamos por un mejor camino.
Porque para reducir la violencia contra las mujeres se necesitan políticas coordinadas y estratégicas que se deben hacer en conjunto. La violencia requiere una respuesta holística y multisectorial diferenciadas en niñas, niños, adolescentes y mujeres. Por ello, existen varios instrumentos legales que garantizan el derecho a una vida libre de violencia.
Sin embargo, la existencia de leyes específicas y códigos nacionales no son suficientes para erradicar esa violencia. Las mujeres que buscan salir de ella tienen múltiples obstáculos y vallas que esquivar, derivadas de la dimensión de la violencia y, por eso, se requiere apoyos reales.
Esto significa que se encuentra en una situación de alta vulnerabilidad. Es ahí donde celebro esta iniciativa de la construcción del Centro de Justicia para las Mujeres en Solidaridad, en donde las respuestas de este Centro y de las diversas instituciones involucradas, tienen que ser rápidas, efectivas, especializadas para iniciar el proceso de restauración y restitución de derechos para ellas, sus hijas y sus hijos.
El éxito de la atención a mujeres que viven violencia depende, en primera instancia, de la satisfacción de sus necesidades básicas: alimentación, salud, educación, vestuario y transporte, así como servicios legales, psicológicos, médicos y sociales, sin olvidar el acceso a vivienda digna, formación, educación, empleo seguro, centros de cuidado diario de hijas e hijos, horarios acordes a los de su trabajo, entre otros.
Solamente con estas condiciones solventadas se puede hablar de oportunidades reales para salir de la violencia. Por estas razones, el trabajo que el Centro de justicia debe de tener es el de un espacio para tejer relaciones, compartir aprendizajes, intercambiar experiencias que permitan garantizar la calidad de la atención, la protección y la restitución de los derechos de las mujeres sobrevivientes de la violencia.
Necesitamos a todas las dependencias involucradas ya que a partir de enfrentar estas realidades y establecer mecanismos de apoyo podremos sentirnos satisfechos de haber contribuido a abrir nuevos caminos para mejorar el trabajo, unificar criterios de atención y luchar con todo, contra esa violencia.
Es fundamental, trabajar con un enfoque interdisciplinario que sea integral, que requiere de un pensamiento complejo, pues la violencia está determinada por factores culturales, políticos y subjetivos lo que nos obliga a tener una mirada mucho más amplia.
Un enfoque en el que interactúen varias disciplinas para comprender y abordar la complejidad que esa violencia tiene, porque exige un cambio no sólo de mentalidad sino de concepción: las profesionales de las diferentes áreas deben integrar los conocimientos de varias disciplinas para ver y actuar globalmente.
Agradezco esta iniciativa, que también la hace hacia todas las instituciones relacionadas no sólo con este tema de la violencia, sino también en la igualdad de género. Es una lucha en la que no podemos detenernos.
Mi aspiración es que podamos sentirnos satisfechos con los avances que logremos hacer los que se han hecho y los que faltan por hacer para la prevención de la violencia de género y de todo tipo de discriminación hacia las mujeres.
Hay mucho por hacer todos los días debemos de dar un paso más, pero nadie puede impedir que lleguemos a la meta final que es la afirmación que debemos de erradicar la violencia contra las mujeres.
La verdad dimos un pequeño paso porque ya tenemos el terreno, pero ahora hay que trabajar en la construcción del mismo.
Hay que ampliar el de Cancún, eso que vimos ahí, ya nos hace falta más espacio, nos hace falta manos, nos hace falta mucha más atención en el mismo, incrementar los servicios, mejorarlos, hacerlos permanentes, dar un mayor nivel de confianza y para eso, pues hay que ir paso a paso.
Hoy tenemos este terreno, ya lo tenemos en Cancún también, y habrá que ver seguramente hacia el sur del estado y dejar también un planteamiento para tenerlo en todos los municipios de Quintana Roo, que es por supuesto la gran meta y que debemos de hacerla paso a paso.
Ojalá que podamos concluir con muchas, de esas metas anteriores, a lograr esa meta general y que podamos avanzar mucho más en lo que lo hemos hecho en estos cuatro años de gobierno.
Hay muchas acciones que se han podido hacer, pero también muchas más que van saliendo a lo largo y durante el camino que vamos recorriendo, algunas acciones que de repente llegan, no estaban en el primer pronóstico, en el primer plano y que ahora conforme vamos teniendo esta oportunidad de mejor trabajo, de más avance, pues entonces van surgiendo como nuevas necesidades, que por supuesto debemos de trabajar y resolver para tener solución a ellas y alcanzar mejores condiciones.
Por supuesto que es una prioridad del Gobierno del Estado, así lo vamos a llevar y por supuesto que vamos en la búsqueda de esa eliminación de la violencia y al mismo tiempo también de lograr la igualdad de género.
Hay que seguir trabajando por el bien de Quintana Roo porque solo así Juntos Saldremos Adelante.
Muchas gracias.