¿Cómo será Cancún en el 2050? ¿Una ciudad futurista y próspera? ¿O una metrópolis abigarrada, atropellada por su propio éxito?
Crédito: Fernando Martí / Cronista de la Ciudad
En los peores días de su historia, con miles de habitaciones de hotel clausuradas, el aeropuerto operando a su mínima capacidad y la casi totalidad de la fuerza laboral refugiada en sus casas, no es difícil predecir que la celebración oficial por el 50 Aniversario de Cancún será una fiesta más bien inexistente, sin convocatoria posible.
Exactamente cuando falta una semana para el 20 de abril, la fecha oficial de cumpleaños, la escalada en la epidemia del coronavirus impedirá todas las actividades programadas por el Ayuntamiento (en esencia, un concierto magno y la sesión solemne de Cabildo que prevé la ley), y las aún más numerosas organizadas por la sociedad civil: ciclos de conferencias, coloquios universitarios, presentaciones de libros, las clásicas mañanitas y un largo etcétera.
No parece que haya condiciones, por ejemplo, para entregar la Medalla al Mérito Turístico Sigfrido Paz Paredes, aunque el Comité de Adjudicación se reunió en su oportunidad y determinó por unanimidad a los ganadores (unos días antes de que se nos echara encima la pandemia, impidiendo el anuncio formal). La ceremonia tendrá que quedar para más adelante.
Es el mismo caso del ciclo de conferencias Cancún 50 Años, organizado por la Sociedad Andrés Quintana Roo. Iniciado el 14 de enero, ese ejercicio de historia viva tuvo una notable asistencia de público durante nueve martes consecutivos, pero las medidas de distanciamiento social obligaron a postergarlo en la décima sesión, programada para el 17 de marzo. Seis pláticas quedan pendientes (en tres veladas), que tendrán lugar apenas decline la epidemia.
La última de ellas, por cierto, tendrá como tema El futuro de Cancún y como expositor al Gobernador del Estado, Carlos Joaquín González. El ciclo estuvo dedicado a revisar el pasado de la ciudad, desde sus mismos orígenes como aldea de pescadores hasta su actual condición de zona metropolitana, pero nos pareció pertinente rematar con una elucubración informada de lo que puede suceder en las próximas décadas.
Ese fue el tema, también, del último capítulo del libro Fantasía de banqueros II, que este diario reprodujo en 31 semanas consecutivas, para que los espíritus curiosos puedan asomarse a la historia de la ciudad, pues por desgracia la edición se encuentra casi agotada (solo quedan unos pocos ejemplares, propiedad de una librería de la Ciudad de México, que los entrega a domicilio a cambio de 475 pesos; son casi 500 páginas repletas de información, de modo que si alguien tiene interés de combatir con esa crónica el encierro forzoso, puede llamar al teléfono 998-884-2760 o enviar un correo a fantasiadebanqueros@gmail.com).
Cancún, año 2050 se intitula el capítulo final, que fue un pretexto para revisar los pendientes que llevan décadas en el cajón de los olvidos (los puentes sobre la laguna, el monorriel en la zona hotelera), otros de factura más reciente (el tren peninsular de Peña Nieto, ahora resucitado como Tren Maya), y el papel de un gobierno que siempre parece ir atrás de la evolución de la ciudad.
El texto también incluye la opinión de varios expertos nacionales (Alejandro Morones, Silvia Hernández, Kemil Rizk, John McCarthy), y un par de internacionales (Adolfo Favieres, Iñaki Garmendia), que especulan con bases sólidas sobre el futuro de una ciudad que se ha convertido en el principal eje económico de toda la península de Yucatán y en el motor principal de la actividad turística en México.
Desde luego, como son pronósticos, siempre habrá un margen de error. No está de más recordar que Fonatur falló al calcular el tamaño de la ciudad, y que todas las instancias, incluso las más optimistas, tampoco atinaron al estimar el éxito del proyecto, que al final se hizo extensivo a todo el norte de Quintana Roo, pues Cancún es el factor que determinó el desarrollo turístico de la Riviera Maya, de Tulum, de Playa Mujeres y de Puerto Morelos.
En estas cinco décadas, Cancún ha mostrado una vitalidad extraordinaria, a pesar de todos los augurios que preveían su decadencia, y hoy que estamos ante el desafío más severo de nuestra historia, con una crisis de pronóstico reservado, podemos tener la certeza de que si hay un destino turístico preparado para vencer la adversidad y encarar el futuro, ese destino se llama Cancún.