Casi al finalizar la temporada de huracanes del 2005, el Wilma se formó frente a las costas de Jamaica, para luego azotar Cancún con violencia inusitada.
Crédito Fernando Martí / Cronista de la Ciudad
Tras el azote de Stan, a principios de octubre, las probabilidades de que otro huracán impactara la costa de Quintana Roo en lo que restaba del año 2005 eran más bien escasas. La visita de los ciclones tropicales es inconstante: se registra cada lustro, o cada década, y a veces ni eso.
Cierto, Gilberto y Keith pegaron en 1988, pero pasaron siete años antes de los siguientes episodios, Opal y Roxanne, en el 95. Luego, otros siete años de calma, interrumpidos por Isidore en 2002. Y del calamitoso 2005 podría suponerse que ya había llenado su cuota: con Emily, en julio, y con el propio Stan, al inicio de octubre.
Pero el 14 de octubre, una zona en la cuenca del Caribe empezó a lanzar señales dignas de atención. En este punto, vale la pena seguir los comentarios cotidianos del meteorólogo Jeff Masters, fundador del sitio wunderground.com, una de las páginas del clima más populares en Internet. Masters escribió ese día: “Una amplia área de baja presión de 1,006 milibares está situada al sur de Jamaica, y es una amenaza definitiva para convertirse en una depresión tropical en los próximos días.”
El sábado, octubre 15: “La depresión tropical 24 está aquí, pero no será llamada así por mucho tiempo. Todo parece indicar que se convertirá en la tormenta tropical Wilma para el domingo, y en el huracán Wilma para el martes.”
Wilma se dio a desear en octubre 16: “La depresión tropical 24 luce poco impresionante esta noche. Las imágenes de satélite continúan mostrando un sistema amplio y poco organizado, que no es todavía una tormenta tropical. Wilma sería una amenaza, en todo caso, para Honduras.”
Con paso cansino, derivando hacia el oeste, recibió su bautizo en octubre 17: “Después de dos días de luchar como depresión, Wilma al fin tuvo un sostenido incremento en su convección, que le dio impulso para alcanzar fuerza de tormenta tropical. Ahora, la temporada del 2005 tiene la distinción de ser la más intensa de la historia, pues por primera vez se usará la letra W del alfabeto.”
Todavía no había motivo de alarma la mañana de octubre 18: “Wilma se convirtió en huracán hoy. La intensificación muestra una fase modesta, con una presión de 970 milibares. Las condiciones para su desarrollo son favorables, pero no perfectas. Parece razonable esperar que sea Categoría 3.”
La tarde del mismo martes, octubre 18: “Un avión caza huracanes reportó una presión de 954 milibares. Wilma es un sólido Categoría 2, y podría ser Categoría 3 para mañana.” Falló el cálculo. En las siguientes 12 horas, Wilma estableció otro récord, al registrar la aceleración ciclónica más violenta de la historia, alcanzando en ese lapso la Categoría 5, con vientos cercanos a 300 kilómetros por hora.
Otra vez Masters, el miércoles 19: “Nunca hubo un huracán como Wilma. Con una increíble fase de intensificación, Wilma aplastó el récord de la presión más baja en un huracán. Un caza huracanes reportó una lectura de 882 milibares hace unas horas. El ojo tiene dos millas náuticas, el menor que se ha registrado jamás. Este es un huracán compacto, muy violento. El pronóstico de los modelos de computadora lo sitúa sobre la parte occidental de Cuba. Y después de Cuba, vendrá Florida.”
Por desgracia, el pronóstico volvió a fallar: Wilma giró al noroeste, quedando en su trayectoria Cozumel, y luego, Cancún. Mas mientras Masters y sus colegas seguían especulando en Internet sobre el probable punto de impacto, situándolo incluso en Nueva Inglaterra, la cultura de huracanes ya había movilizado a toda la población de Cancún.
Esas precauciones evitaron muchas desgracias, pues Wilma no sólo azotó todos los centros turísticos del norte del Estado (Cozumel, Playa, Cancún, Isla Mujeres, e incluso Holbox), sino que tuvo la ocurrencia de frenar su marcha e incluso retroceder hacia el sur, con un mortífero e indeciso ojo estacionado exactamente sobre Cancún.
Alrededor de 60 horas duró esa calamidad. Una crónica más o menos detallada del episodio se encuentra en el capítulo La primera W de la historia, del libro Fantasía de banqueros II, que se puede solicitar sin costo al correo fantasiadebanqueros@gmail.com. Y digo más o menos porque Wilma, como crónica, es inabarcable: la vivieron cientos de miles de personas y cada una tiene su propia versión de los hechos.
Ese texto reúne algunos testimonios (de los políticos, de los rescatistas, de los turistas, de los reconstructores), y es un buen recordatorio de lo que puede volver a pasar pues, no sin cierta inquietud, hay que recordar que Wilma se formó en cuatro días y que ya pasaron catorce años desde su indeseable visita.