Hay que convocar a todos los cancuenenses a celebrar los 50 años de la ciudad, pero hay un problema: no sabemos cuántos somos
Crédito Fernando Martí / Cronista de la Ciudad
La discusión ya lleva casi veinte años. Tuvo su origen a principios del siglo XXI, cuando una alcaldesa temperamental y entrona, la lideresa de colonos Magaly Achach, descalificó públicamente los datos del XII Censo General de Población Vivienda, efectuado en el año 2000, cuyo conteo asignaba a Cancún una población de 495 mil habitantes.
Es mentira, tronó Magaly: somos un millón. Así, de manera drástica, la edil de Benito Juárez arremetió de frente contra el organismo encargado de llevar las cuentas nacionales, sosteniendo que el margen de error era monstruoso (de la mitad o del doble, dependiendo del punto de vista), pero que tenía una aviesa intención: privar al municipio de los recursos federales que por su número de habitantes le correspondían.
El arrebato de Magaly no tuvo mayor impacto en las cifras del INEGI, que nunca accedió a rectificar sus cuentas (y que Hacienda siguió dando como válidas para la asignación del presupuesto). Pero sí hizo escuela: de Magaly para acá, todos los alcaldes de Cancún, sin importar si son de color verde, o tricolor, o amarillo, o azul, han porfiado en que los pobladores de Cancún somos un millón, e incluso más de un millón, y que las razones detrás de esa aritmética fallida están vinculados al escamoteo de las partidas municipales.
Una crónica detallada de ese diferendo se encuentra en el capítulo La teoría del millón, del libro Fantasía de banqueros II, que se puede solicitar por vía electrónica al correo fantasiadebanqueros@gmail.com, sin costo. Ahí queda de manifiesto como el panista reconvertido a verde y mudado a perredista Juan Ignacio García Zalvidea, los amarillos Julián Ricalde y Greg Sánchez, y el tricolor Paul Carrillo, que nunca y en nada se pusieron de acuerdo, en esta sumatoria del millón sí coincidieron, así como en su consecuencia inmediata y lógica de exigir más recursos.
De más está decir que los quejosos jamás presentaron pruebas en contrario, como no fueran sus muy personales observaciones. Magaly decía, por ejemplo, que bastaba salir a las colonias, observar las multitudes de personas que se agolpaban en los paraderos de camiones, acechar cuántos niños iban a la escuela, y sobre todo, constatar la multitud de casas y condominios en venta, para darse cuenta de que el INEGI mentía.
No usaron mejores argumentos sus sucesores, aunque debe reconocerse que hubo un funcionario, Eduardo Galaviz, secretario del Ayuntamiento en dos ocasiones, que explicó las fallas del censo federal sosteniendo que Cancún es una sociedad muy dinámica, donde la gente nunca está en casa (los padres se van a trabajar, los niños a la escuela, y no regresan hasta la noche), donde hay muchas segundas residencias, donde hay un exceso de viviendas vacías, donde a la gente no le importa el censo y no abre la puerta, donde la gente miente a sabiendas, y desde luego, donde el INEGI no tomó en cuenta tantas variables, con lo cual, sino por el doble como en el caso de Magaly, sí hay una equivocación que debe rondar el 25 por ciento.
Ciertamente, nadie en su momento salió en defensa del INEGI (ni el propio INEGI), que tiene que cargar con un descrédito histórico: los censos siempre han tenido mala fama, porque en el pasado eran una herramienta tramposa para cobrar impuestos y para engrosar ejércitos (mediante levas forzadas). De modo que es verdad: a la gente no le gusta ser censada y las cifras no pueden ser exactas, sino tan solo aproximadas.
Pero el yerro, en caso de existir, no sólo compete a Cancún, sino que afecta a Quintana Roo en su conjunto, pues los alcaldes de todos los municipios del Estado, y en mayor medida los que son destinos turísticos y tienen alta migración (Playa del Carmen, Isla Mujeres, Cozumel, Tulum, incluso Chetumal), se quejan de lo mismo: nos cuentan a la baja. Pero nadie explica que hace el INEGI con los ciudadanos fantasma, si nada más los desaparece (alterando la cifra total de habitantes), o si los asigna a otro municipio o entidad (para favorecerlos en el presupuesto).
¿Cuántos somos en Cancún? ¿Cuántos tenemos derecho a participar en la fiesta de los 50 años? Esperemos que el INEGI, que tiene programado su siguiente Censo de Población en marzo del 2020, o sea, unas semanas antes del cumpleaños de Cancún, ahora sí, con el mismo celo que han mostrado los alcaldes postulantes de la teoría del millón, nos informe que por fin rebasamos la cifra mágica, que ya somos ciudad grandota y millonaria, que ya no somos ciudad sino metrópoli o algo así.
Cualquier cifra por debajo de eso, hay que decirlo con todas sus letras, sería un auténtico fiasco.